Cómo suele pasar en numerosas ocasiones, de repente un día la vida nos dio la vuelta y nuestras rutinas desaparecieron para la mayoría, nuestros días cambiaron, nuestra casa se convirtió en nuestro refugio y fue más habitada que nunca. Esto pasó para todos y todas mayores y pequeñ@s. Los mayores, de alguna manera, tenemos algo más de margen de maniobra sobre nuestras vidas, pero nuestros niñ@s dependen de nosotros para hablar con sus amigos, conocer qué está pasando fuera,… Y hasta donde conozco puedo decir que están dando lo mejor de ell@s para contribuir a parar esta epidemia. Para ayudar a que los pequeños de la casa lleven el confinamiento lo mejor posible que gustaría hablaros de 3 ideas.

  1. Ponernos en su lugar

En el mejor de los casos, los niñ@s han sufrido  numerosas pérdidas en estos días, ya que, una pérdida no es sólo la muerte de una persona querida, dejar de ver sus amigos, sus profesores, sus actividades extraescolares, sus rutinas,… es una pérdida. Y es verdad que estas pérdidas son temporales, pero la parte emocional de nuestro cerebro a menudo no entiende de tiempos y es normal que estén tristes y preocupados por lo que pueda pasar y por lo que están viviendo.

 

  1. Validar emociones

Los adultos, a veces, creemos que si cuando un niñ@ nos dice que está triste le decimos que no pasa nada, que no se preocupe le tranquilizamos, pero no es así. Esta respuesta corresponde al cerebro racional y lo que nos está manifestando nuestro hij@ es una emoción que procede del cerebro emocional, por lo tanto, necesita una respuesta dirigida el cerebro emocional. Un ejemplo de ello, podría ser el siguiente: si nuestro hij@ nos dice que echa de menos a sus amigos podemos decirle “entiendo que tengas ganas de ver a tus amigos, yo también echo de menos a mis compañeros”. De esta forma, nuestro hij@ se sentirá comprendido y tenido en cuenta.

 

  1. Hablar con los niñ@s de nuestras emociones

Durante mi trabajo con familias me he encontrado a muchas madres y padres que manifiestan que suelen evitar contarles a sus hij@s sus preocupaciones, tristezas y sinsabores, y es cierto, que no debemos convertir a nuestros hij@s en nuestros confidentes y contarles todo aquello que pasa por nuestra cabeza, pero tampoco es necesario irnos al extremo opuesto y solo hablarles de emociones agradables, porque construimos algo que no es real, la vida no está compuesta sólo de cosas agradables. Los niñ@s suelen estar bastante pendientes de las emociones de sus padres, ¿os ha sorprendido alguna vez vuestro hij@ preguntándoos, qué te pasa porque estás triste? Es bueno hablar con los niñ@s de cómo nos sentimos, tanto si estas emociones son agradables como si no. De esta manera les estamos enseñando que ellos también pueden expresar sus emociones. Recordar que somos sus modelos y se fijarán en nosotros también a la hora de decidir que expresan y que callan.

 

Verónica Soler

Psicóloga experta en Inteligencia emocional